miércoles, 5 de septiembre de 2012

Día sábado cuento


Día sábado

                Era un sábado como todos, nada en especial. Saldríamos con Giovanni y Alejandro, mis amigos.
Me decían moreno por mi color de piel, el negro de mi pelo y mis ojos café oscuro. Alejandro y Giovanni eran ambos de piel clara, cabello rubio y ojos muy claros. Yo era el más alto de todos midiendo 1,83 a mis 21 años. Alejandro tenía 20 y Giovanni 18 siendo el más pequeño del grupo.
Había llamado a Alejandro para salir. Eran las cinco con unos minutos. Me contesto su madre y me comunico con él.
­­­— ¡Hey moreno que tal!—
—Tengo planes para hoy—le dije entusiasmado
— ¡Mira tú! Yo estoy sola con mi mamá, porque mi hermana salió con… baah me vale—
— Bueno, pero podría llamar a Giovanni para salir esta noche—
— ¡eso es lo que quería escuchar Miguel! ¿Nos juntamos donde siempre?—
     Si, ahora a las siete con treinta, yo llamo a Giovanni—
     Ah, ok nos vemos entonces—
     Adiós—

Colgué y llame a Giovanni que me contesto muy desanimado, pero preferí no ser inoportuno y evite preguntarle algo en ese momento. Lo invite  a salir y aceptó.
A las siete, llego Leila a mi casa, con una polera verde ajustada. Se veía muy linda.
     Hola Miguel, venía a verte—
     Hola, pasa—
Entro y se sentó en una silla
     ¿Qué paso Leila?—
     Hay moreno, no sabes cómo odio a mi novio—me dijo con rabia
     ¿Por qué, que paso?—
     Lo pille con otra chica en la entrada de un bar. Estaban muy abrazados el par de imbéciles—
     Pero pueden ser rollos que te estás pasando, nada mas—
     No son rollos moreno, los vi besándose—
     Ah, bueno, eso ya es otra cosa. ¿Cuándo los pillaste?—
     Anoche, yo estaba caminando en dirección a mi casa y los vi—
     ¿vas a terminar?—
     Sí, pero me da miedo. Una vez quise terminar con él y me golpeó—
No supe que decirle, solo la abracé. Al final Leila me dijo:
                — ¿tienes planes para hoy?—
     Si, iba a salir con Giovanni y Alejandro—
     ¿a qué hora salen?—
     Ahora, a las siete con treinta—
     Ya casi es la hora, me voy contigo—
Llego la hora, salimos y caminamos hacia un bar. Los chicos ya nos estaban esperando. Entramos y pedimos 4 cervezas.
                El ambiente del bar estaba algo tenso con gente buscando pelea y otros, ebrios hasta las patas, por lo que nos tomamos las cervezas y nos fuimos.
                Era más tarde y estaba oscuro. Caminamos mucho buscando alcohol, drogas y locura, solo eso. Salir de problemas cotidianos.
     Miguel, ¿sabes dónde queda?— pregunto Alejandro
     Claro que si—
     No sé, preguntaba porque creo que estamos caminando en círculos—
     Si no quieres seguirnos entonces lárgate—
     Ya Moreno si era broma—
     Chicos, creo que llegamos—dijo Leila
     ¿en esta pocilga vive “el Flaco”?—  pregunto Giovanni
     Sí, yo tampoco me lo explico, porque es uno de los traficantes mas buenos de los últimos tiempos—dijo Alejandro
Tocamos la puerta y se abrió unos 5 minutos después. Al entrar vimos una mesita con cuatro sillas que la rodeaban y un pequeño sillón.
— ¿A que se debe esta visita chicos?—pregunto “El Flaco”
     No te hagas, tu sabes a que hemos venido—dijo Alejandro algo irritado por esa pregunta
     Vale Alejandro, era solo para preguntar, y lo que me quedaba, lo vendí esta tarde—
     Por la… —
     Cállate Alejandro—dijo Leila
     Ya chicos vámonos a otra parte – dije para que Alejandro se callara
     Si, vamos—me apoyó Leila poniéndose en pie
Nos fuimos y Leila estaba abrazando a Alejandro. Afuera estaba todo oscuro sin ningún tipo de iluminación, solo lo que la luna nos daba.
     Giovanni quiero preguntarte algo—le dije
     ¿Qué pasa moreno?—
     ¿Por qué contestaste tan desanimado mi llamada?—
     Miguel, son rollos personales ¿vale?—
     Pero, ¿qué rayos te paso?—
     Fue por mi papá. Estaba borracho y quiso golpear a mamá. Yo lo detuve y se encabrono conmigo. Yo también le respondí sus golpes y cuando se vio vencido, se fue a un lugar que solo Dios sabe cuál es—
Solo guarde silencio, no supe que decirle. Seguimos caminando y comenzamos a hablar con Alejandro
     Hey hermano, tan odioso que andas hoy—le dijo Giovanni
     Ah… es que, ando enojado por puras tonteras—
     ¿tu hermana otra vez?—le pregunte
     Si, anda con un tipo que es 10 años mayor que ella—
     ¿Y cuántos años tiene tu hermana? —  pregunto Leila
     Tiene 15. ¡Es una enana y anda con viejos!—
     Que complicado. Pero igual tu hermana parece de 18—
     Leila, el tipo igual es grande para ella—
En ese momento todos paramos de caminar y nos volvimos a ver a Alejandro. Estaba rojo de rabia. Habíamos pillado a su hermana chica con su novio. La escenita  no era muy linda que digamos. Era de muy mal gusto.
Alejandro fue caminando rápido en dirección a la parejita y nosotros íbamos detrás del, en completo silencio.
Al estar frente a su hermana, Alejandro tomo al hombre por el cuello gritándole mil maldiciones
     ¡Alejandro suéltalo vas a matarlo! ¡déjale ir!— gritaba Amaya, la hermana de Alejandro
     ¡Giovanni, sujeta a  la hermana de Alejandro, yo trato de separar a estos dos!—le grite
Alejandro había golpeado duramente al novio de su hermana. Le tenía la cara toda rota. Aunque el defendiéndose, también había golpeado a Alejandro dejándole el labio roto y sangrando.
La escena era aterradora, todos estábamos asustados. Por un lado, Giovanni sujetando a Amaya, yo tratando de separar la pelea y Leila gritándome que sería imposible que la pelea parara, que iba a ser de vida  o muerte.
     ¡Alejandro lo estas matando déjalo!—grito desesperada Amaya
     ¡mira como lo mato! ¡tú lo has buscado!—gritó
     ¡Alejandro por Dios, ya detente, está muerto! —Le grito Giovanni
El rostro de ese hombre estaba desfigurado a base de tantos golpes y Alejandro recién se había dado cuenta que lo había matado
                Nos miro con cara de miedo y rabia. Su hermana lloraba y gritaba pidiendo que Giovanni la soltara para ir a ver a su novio que estaba tirado en el suelo, muerto.
     ¡Ni se te ocurra acercarte a ese hombre!—Grito Alejandro.
     Dios mío, lo mataste Alejandro, lo mataste—dijo Amaya con una voz casi inaudible
     Vámonos de aquí chicos, alguien nos puede ver—dijo Giovanni soltando a Amaya.
Caminamos en dirección a mi casa que estaba sola. Mi madre estaba de viaje y llegaría en un par de días más.
No podíamos creer que la noche se nos hubiese  acabado tan rápido y que hubiesen pasado tantas cosas en tan pocas horas.
                Llegamos a mi casa y Alejandro se dio una ducha. Salió 20 minutos después y yo le pase una polera mía, porque su camisa estaba toda salpicada con la sangre de ese pobre hombre.
                Amaya, la hermana de Alejandro, estaba muy mal. Lo único que hacía era llorar todo el rato. Nos tenía desesperados. Leila se acerco a ella y la abrazó. Giovanni también estaba muy preocupado y no sabía qué hacer, solo atino a sentarse en el suelo y tomarse la cabeza con las manos.
                Así la noche paso increíblemente rápido y nadie pudo dormir pensando en lo que nos podría pasar si nos descubrían.
                Era muy temprano cuando escuchamos que golpeaban la puerta. A todos se nos paralizo el corazón. Abrimos la puerta y vimos al general Carl:
     Policía—dijo mostrando su placa de identificación—ustedes quedaran arrestados por estar involucrados en un asesinato—
     ¿Y quien asegura eso?—pregunto Leila.
     Anoche, un joven los vio a todos ustedes junto a un hombre al cual mataron llamado David Fernández.  También tendrán que formalizarlos por compra de drogas en reiteradas ocasiones, por lo que me tendrán que acompaña—
     ¿Dónde nos van a llevar?—pregunto Amaya casi desmayada
     Los llevare a la comisaria y tendrán que enfrentar un juicio—
Cuando termino de hablar, nos llevaron a esos autos que apestan a delincuencia y nos llevaron a una comisaria.
No sabíamos que nos pasaría. Lo único que teníamos seguro era que a Amaya le darían un tratamiento psicológico porque ella estaba mal, muy mal. Lo que éramos nosotros nada estaba claro, solo nos quedaba esperar el juicio y la posterior sentencia

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